El cruce entre prácticas artísticas y movimientos sociales encuentra un momento de gran interés en la arquitectura religiosa de Vitoria-Gasteiz. La exposición, por un lado, refleja el compromiso de renovación de los lugares de culto del Vaticano II. Planteada en el contexto del concejo como lugar de preparación, encuentro y cohesión de la sociedad. En la ciudad se construyeron tres iglesias entre 1958 y 1968, ligadas a la construcción de nuevos barrios obreros proyectados como consecuencia del gran crecimiento demográfico provocado por el desarrollo industrial del País Vasco en las décadas de 1950 y 1960. Esta industrialización trajo nuevas condiciones de vida, y los debates sociales, económicos y políticos comenzaron a tomar las calles como escenario principal. En esta exposición todo ello se da cuenta de los hechos ocurridos el 3 de marzo de 1976 en el centro parroquial de San Francisco de Asís, obra destacada del arquitecto Luis Peña Ganchegui.
Asimismo, se destaca el lugar que ocupó el arte producido en estas décadas dentro y fuera del País Vasco. Así, la muestra aborda muestras de referencia, los Encuentros de Pamplona (1972) y citas internacionales, como la Bienal de Sao Paulo de 1957, con Oteiza, y la Bienal de Venecia: 58 con Eduardo Chillida, 86 con Cristina Iglesias, y 88 que compartieron el sello español. pabellón con Susana Solano y Oteiza. También se incluyen otros encuentros entre artistas, como la Documenta de Kassel de 1964, en la que participaron Chillida y Antoni Tàpies.
Esta reorganización es también un espacio para la recopilación y desarrollo de investigaciones creadas en el marco de exposiciones temporales y estudios de caso desarrollados en años anteriores en exposiciones e investigaciones relacionadas con la colección. Así, se han sumado las obras de Juan Antonio Sistiaga y Esther Ferrer, a través de experiencias pedagógicas experimentales en el Taller de Libre Expresión (TEL); Congresos y exposiciones feministas organizados en el País Vasco a finales de los setenta y principios de los ochenta; La creación de la Escuela Vasca en los años sesenta, y dos décadas más tarde la de la EAE -Asociación de Artistas Vascos- o el colectivo Mitos y delitos (1984), que impulsaron lo que luego se conocería como la "Nueva Escultura Vasca". En el marco de estos casos de investigación se encuentran experiencias como las de CVA (compuesta por los artistas María Luisa Fernández y Juan Luis Moraza), cuyo archivo forma parte de los fondos del museo. Entre las piezas del colectivo reaparece AU, título de una de las obras del colectivo, que nos devuelve al nombre con el que iniciamos este texto y el proyecto expositivo.
Aunque el paso de los años ochenta a los noventa fue significativo y ciertamente notable en su época, merece abordarse con cautela. Más que una ruptura paradigmática o una locura ilustrada, provocó una sensación de presente-futuro denso y borroso. Reemplazando las imágenes, signos y textos claros de los años ochenta, las formas de hacer las cosas de la época resaltaron el vocabulario de prácticas que no eran tan comprensibles: gestos, acciones y performances, cuerpos, identidades y política. Este "regreso de lo real" y sus múltiples derivaciones aparecen en la Colección en las obras y proyectos de artistas como Ion Munduate/Mugatxoan, Álvaro Perdices, Itziar Okariz y otros.
Esto también llama la atención sobre los lugares donde estas obras fueron producidas y exhibidas por primera vez, ya que durante la década surgieron diversos espacios, formatos y contextos de exhibición más allá de las paredes blancas de museos y galerías. Esto respondió a un momento que celebraba la cuestionable búsqueda de nuevas direcciones, en lugar del potencial ilimitado del arte y las exposiciones.
Las propuestas expositivas rompen la cronología, y proponen continuidades que se centran en el presente, que ayudan a resignificar las obras y proyectos expuestos y contextualizarlos. También se presentan las nuevas compras y donaciones recientemente agregadas a la colección. Entre ellos cabe mencionar el archivo familiar de Néstor Basterretxea, el fondo de la artista Juana Cima y los legados de Juncal Ballestín y José Félix González Placer.