El Museo Artium de Vitoria-Gasteiz, el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco, “Un lugar para pensar. Muestra de Artes Escolares y Prácticas Experimentales en el País Vasco, 1957-1979” (Sala A3, hasta el 5 de junio de 2022).
La exposición está estructurada en 19 casos de análisis de otros proyectos desarrollados durante este periodo. Estos proyectos se caracterizan por su vocación educativa y por la voluntad de crear espacios de investigación y encuentro en el contexto artístico. Un lugar de penalización está vinculado a otros proyectos desarrollados por el Museo Artium que conectan arte y pedagogía, como la exposición de Antonio Ballester Moreno en 2021 o el programa JAI.
Con motivo de la exposición, el Museo Artium ha editado un catálogo y una guía de mano. Mikel Onandia, Rocío Robles Tardío y Sergio Rubira han investigado y comisariado un Lugar para Pensar. La exposición se ha organizado en colaboración con la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzuza, donde en enero se presentó un nuevo caso, un transitario Begi. Proyecto Cine Club de Irún.
¡Así dice Jorge Oteiza Quousque Tandem…! En su libro (1963): "Nosotros no podemos hablar de investigación, porque no tenemos un lugar donde reunirnos, ni un lugar sencillo donde reunirnos para pensar". Y partiendo de esta afirmación, el objetivo de esta exposición es dar respuesta a esta llamada de creación de espacios de encuentro que permitan el crecimiento sociopolítico, cultural e intelectual de la gente de Euskal Herria. La exposición recupera y reúne una serie de proyectos educativos –proyectos grupales e individuales- realizados entre 1957 y 1979, para reivindicar el mismo argumento que Oteiza señaló entonces, el de necesidad.
Un viaje a la creación del arte vasco contemporáneo
Al añadir nombres y lugares a este mapa se visualizan las interrelaciones entre artistas y geográficas que ponen de manifiesto una preocupación común a algunos de los aspectos clave del panorama artístico vasco y español: las discusiones entre abstracción y figuración, la defensa de la integración de las artes, la necesidad de innovar la enseñanza artística o el reconocimiento de la función social y la importancia del arte en el que el niño recibe una atención especial como sujeto y como receptor. Con ello se propone realizar una aproximación a estos hechos fundacionales del arte vasco contemporáneo, partiendo en esta ocasión de los procesos de conversión del artista en educador y de la enseñanza artística, pero sin olvidar analizar ambos ejes desde el contexto histórico-social de la época.
El arco cronológico de los hechos objeto de estudio se abre en el año de la puesta en marcha de numerosas iniciativas y programas tanto dentro como fuera de Euskal Herria, en una época en la que Jorge Oteiza, al margen de su período de experimentación, comenzó a reflexionar sobre el papel social y político del artista (1957-1979). Y se cierra en 1979, año en el que la Escuela Vasca de Bellas Artes, convertida en facultad, inició una nueva era. Dentro de esta mudanza, el cambio de nombre implicó la promesa de una transformación más profunda: la modificación de la estructura y equipamientos de la organización y la renovación del equipo docente.
Entre estas dos fechas se presentan diversos casos, nombres y lugares siguiendo una organización diacrónica sometida a la influencia de una narración sincrónica. Con ello se pretende poner de manifiesto la simultaneidad de propuestas y el desarrollo de iniciativas educativas experimentales a través de las artes plásticas. Estas propuestas, heterogéneas en sus enunciados y modos de articulación, se materializaron en diferentes lugares del País Vasco en unos años marcados por los procesos de actualización y reconstrucción de la sociedad vasca. Todos tienen en común que no participen en el sistema y no se sumen a la educación reglada u oficial, como se ha señalado que los lugares de pensar, si están activados, se convierten en espacios llenos de oportunidades.