En la primera planta del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela se encontraba una exposición que incluye las obras de los paisajistas navarros Manuel Bermejo y Xabier Celestino. Ambos autores se mueven entre la vida urbana y paisajes rurales que reflejan sus experiencias existenciales, con estilos y características que definen cada uno de sus universos creativos. Ambos comparten el paisaje y el reflejo realista del entorno más cercano y querido, pero desde técnicas diferentes.
En la evolución de su pintura, Bermejo ha sabido superar la corrección formal del realismo clásico y, sin abandonar la figuración, se ha atrevido a utilizar un lenguaje plástico más fino, buscando un tratamiento sintético para crear planos de color y dibujos menos precisos y más geométricos. . Esta novedad, junto a sus obras más realistas, nos presentan a un autor que se siente libre a la hora de trabajar en sus obras.
Celestino, por su parte, ha evolucionado hacia una pintura sin referencias humanas en esta exposición. Predomina el paisaje rural, y sus obras son a menudo nebulosas, llenas de tonos grises (cálidos y fríos) y abundantes verdes y príncipes de sol entre las sombras. Todo ello, partiendo del concepto de lo que se toma como parte de la realidad, como símbolo del paso del tiempo y del movimiento en el espacio.
Manuel Bermejo
Diez años después de su última exposición individual, Manuel Bermejo ha regresado a Ciudalera. El cuadro que sigue las imágenes de la ciudad y el movimiento del tráfico de esa época es más tranquilo y relajado; muestra principalmente escenas tranquilas y más abiertas de paisajes rurales, pequeños pueblos como Zirauki, su ciudad natal, y grandes espacios naturales desde el Pirineo Navarro hasta Lizarral, pasando por el Camino de Santiago. Sus obras nacen de impresiones directas, del conocimiento íntimo que el autor tiene de estos lugares.
Xavier Celestino
Poco tiempo después, Xabier Celestino tardó siete años en realizar otra exposición en el edificio Mistoen de la Ciudadela. En 2017, la pintora Iruinda se centra en la pintura figurativa, reflejando en tono expresionista los personajes que caminan por las calles, estaciones, puertos y otros espacios urbanos. En esta exposición el ser humano no aparece, de esta manera resaltar el poder del paisaje, el escenario, los lugares o los animales que allí habitan, porque también forman parte de su vida.
Sus pinturas siguen teniendo los rasgos característicos de su estilo, como los contrastes de luz y los tonos grises y ocres, un poco parecidos al expresionismo melancólico de Europa Central. Como parte de su trabajo y proceso creativo, Celestino fotografía lo que le apasiona y lo incorpora a su trabajo. Esta vez, los paisajes rurales dominan las pinturas, llenos de verdes que van del amarillo al cian; animales (ovejas, caballos, vacas...) en sus hábitats, y momentos extraídos de su vida diaria.